I
A pesar de que se me ha permitido la oportunidad de viajar y conocer varios países, ningún viaje fue como éste. Ni estatuas, ni obeliscos, ni plazas, ni tangos, ni meregues, ni taquitos, ni pupusas, ni esculturas biológicas… Ni siquiera caras nuevas, amistades nuevas, o metas exitosas.
Primero, aquellos fueron viajes de trabajo. Casi siempre me acompañaban mi esposa, mis hijos, jefes, compañeros, y mi computadora. Ésta última, no debe ser mal interpretada. Es porque dependo de ella para ganarme la vida, y de verdad que me es muy útil. Se ha convertido en una excelente intermediaria, entre las cosas que llevo guardadas en las viejas gavetas y las personas a quienes nunca pude expresarles mi aprecio. Aunque en los últimos meses se ha convertido en mi confidente, debo confesar que durante muchos años, yo fui su esclavo.
En esta ocasión, el viaje no es de trabajo. Aunque tampoco podría decir que sea de placer, o de turismo. Es un viaje mucho más profundo. En esta oportunidad mi esposa no me acompaña. Y me pesa. Perfectamente podría haber sido la sustituta de esta cajita con teclas llenas de sudor y café; que aunque le pregunto y me contesta, me mira y me habla, nunca voy a poder encontrarle su verdadero rostro. Mis hijos también se quedan en casa. Esperando. A sus cortas edades, a lo mejor no entiendan al ciento por ciento de qué se trata esta novedosa y prolongada ausencia. Bueno, más bien diría yo, este divertido descanso… para ellos.
Segundo. Este viaje no fue planeado. Simplemente se está dando. Todavía no termino de entender ni dónde ni cuándo, y supongo que es parte de lo que necesito averiguar. Si hubiese sido por mi propia voluntad, muy probablemente todavía estuviera haciendo números y cálculos, antes de poder decidirme a hacer maletas. Esto es porque soy extremadamente inseguro, indeciso.
Tercero. Éste, es importante. Vamos junto a una cuarenta y tantas personas que no conozco, excepto creo yo, a una de ellas. Algunos son viejos, otros son jóvenes. Mujeres, varones. Hermanos, parientes, amigos, desconocidos. Un sacerdote. Algunos parecen felices, otros cansados… Cada uno va, con algún propósito. Espero que todos lo obtengan. Cómo quisiera conocer lo que cada uno tiene que decir. En fin, ya todos somos parte de esta historia.
Trabajo en proyectos. Pero ningún proyecto, fue como éste. Es como una especie de proyecto personal que siempre estuvo a punto (o a miles de sueños) de arrancar, porque siempre se quedaba archivado en algún lado, durante la etapa de evaluación.
Existen viajes en la vida, como éste, que muy probablemente nunca se repitan. Existen viajes en la vida que un hombre, aunque no lo quiera, debe hacer solo.
(continuará…)